16 de mayo de 2013

La Mafia de las bombillas


Alicia Alamillos
Seminario de comunicación ambiental



La mafia de las bombillas”
y otros círculos viciosos




El documental “Comprar tirar comprar”, de Cosima Dannoritzer, nos muestra un mundo que quizá no queríamos ver. Un mundo de intereses comerciales por encima de todo, un mundo de “mafias” que harían lo que fuera para conseguir el ansiado beneficio por las ventas.

Comprar tirar comprar” recoge una serie de ejemplos a lo largo de la historia de la llamada obsolescencia programada. Este concepto se refiere a productos que están preparados, ya desde el primer momento de su fabricación, para durar un tiempo concreto. La obsolescencia programada no era en absoluto un fenómeno desconocido en el momento de publicación del documental, en enero del 2011 pero, para el publico en general se mantenía entre los teóricos de la conspiración y los libros de ciencia ficción.

Con “Comprar tirar comprar” la obsolescencia programada se hace real. El punto clave del metraje es que utiliza ejemplos reales, históricos, que confirman así lo que muchos ya sospechaban sobre la extraña duración de, por ejemplo, las medias femeninas. Mediante diversos mecanismos industriales, la obsolescencia programada obligaba, una y otra vez, a entrar en ese circulo vicioso, del que es casi imposible salir. De hecho, el documental recoge los intentos de un informático por escapar de la “mafia de las impresoras”. El informático catalán, tras vivir en sus propias carnes la repentina muerte sin razón aparente de su impresora, y tras recibir la respuesta desde la fabrica distribuidora de que era más barato comprar una que arreglar la suya. Investigando, el joven descubre que la impresora tiene un dispositivo que, a las “x” copias, hace que la impresora deje, sin más, de funcionar, obligando al usuario a tener que comprar otra. Con ejemplos como éste Cosima Dannoritzer nos va introduciendo en un escenario donde nada es casual, y todo queda regido por los intereses empresariales.

El documental recoge otros ejemplos, y lo hace de una manera muy adecuada, de gran calidad, y acompañado de numerosas opiniones de expertos, que lo hacen más real. Se nota que el “Comprar tirar comprar” es una producción catalanofrancesa, pues la mayoría de los citados son de dichos lugares, pero aun así, la calidad es incontestable, y la variedad de campos profesionales de los mismo, también. El montaje trata tanto de interesar en el contenido como en el continente, con imágenes propias pero también de archivo cuando se refiere a elementos históricos. Tiene una línea muy cuidada que se sigue a lo largo de los casi ochenta minutos de metraje, pero que mantiene al espectador literalmente “pegado a la pantalla”.

Por ejemplo, menciona a PHOEBUS, un cártel de las décadas 20/30, cuya intención era lograr frenar el avance tecnológico de las bombillas, que en aquél momento eran capaces de durar más de 2000 horas. De hecho, el documental muestra una centenaria bombilla que continúa funcionando, encendida día y noche, superando las barreras de la obsolescencia programada. Sin embargo, es un caso único. Con PHOEBUS el límite se estableció en 1000 horas, y lo consiguieron. Lo mismo ocurre con las medias. Aunque para un hombre pueda parecerle territorio desconocido, las medias femeninas poco tupidas pueden tener una vida útil de un día o incluso horas, hasta, si se usan como si se tratara de mirra, tres o cuatro años. Sin embargo, existe un material, el nylon, que haria que dichas medias fueran prácticamente inmortales. Pero, esto no favorece a los intereses de las empresas, que claramente prefieren apostar por unas féminas esclavizadas a la compra de medias regularmente.
Algo similar ocurrió con las baterías de ipod. Al principio, estas duraban tan solo unos meses, y “qué casualidad”, el único que podía ofrecer recambio era Apple, pero prefirió no hacerlo. Obviamente, quería vender mas y mas.

Por desgracia, la obsolescencia programada ya está perfectamente implantada en nuestros días. ¿A quién acaso le preocupa que su móvil u ordenador no duren más de dos o tres años? La sociedad a dejado que eso sea lo común. Los aparatos electrónicos, las impresoras, las bombillas... todo se tira para comprar uno nuevo. Y aquí viene la segunda parte del documental, tan terrorífica como la primera.

Nos muestra a dónde van todos esos aparatos que despreciamos por obsoletos, cómo se acumulan en montanas de basura, cómo, en un circulo vicioso casi peor que el de la obsolescencia programada, destruyen y hunden cada vez más las posibilidades de los países convertidos por las grandes empresas en basureros.

En mi opinión, “Comprar tirar comprar” sigue la estela del documental “La historia de las cosas”, pero lo supera con creces, tanto en lo estético como en el contenido. “Comprar tirar comprar” dista mucho de ser tan demagógico como (en mi opinión) es “La historia de las cosas”, que utiliza argumentos más pensados para encandilar al espectador, moverle sentimentalmente, tocarle la fibra, que para convencerle racionalmente. Sin embargo, “Comprar tirar comprar” tiene mucha mayor carga documental, además de numerosos testimonios de expertos y ejemplos reales. En conclusión, es un documental que debería conocerse, y aprender de él y de lo que afirma.


16 de abril de 2013

Recolocando el espacio

Desde el 15 de febrero, día en el que un meteorito impactó en Rusia, la sociedad es cada vez más consciente de que en el espacio hay fuerzas y elementos que necesitamos controlar, al menos si queremos sobrevivir. Los agujeros negros, las "implosiones" de viejas estrellas... y lo más cercano, los meteoritos. Esta pequeña pieza para televisión hablará sobre estos cuerpos celestes, los meteoritos: Qué son, de qué están compuestos y cómo podemos utilizarlos a nuestro favor.

Para la realización contamos con dos expertos en el tema: Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona y divulgador científico para El Mundo; y Ion Ander Lanza, geólogo y cazameteoritos.





25 de febrero de 2013

"¿La inteligencia nos hace más malvados?"


En el principio, cuando estás creciendo y lees cuentos e historias (que son el espejo, a esa edad, de lo que puede ser la realidad, más allá de dragones y princesas), hay dos tipos de “malvados”. En primer lugar, están los villanos llamémoslos “estúpidos”, que dan más risa que miedo. 
La inteligencia no es necesaria, queda claro
En contraposición, están los malvados sumamente inteligentes, capaces y, por supuesto, terroríficos. Estos villanos suelen ser ricos, poderosos, y tienen un maravilloso gato de pelo lustroso al que acariciar. 
Con esas características, a la mayoría de los niños este tipo de malvados o le aterran o le dan envidia. Una envidia que proviene de ese poder que parece dar la maldad, aunque luego el héroe, más con tesón y buen corazón que con inteligencia superior, consiga vencer al villano. Ése es el pequeño salvavidas que hace que, si los niños sólo se fijaran en los cuentos, acaben decantándose por la bondad de corazón en lugar de por el frío egoísmo.
Gatico bonito...
Sin embargo, esa idea del “malvado sumamente inteligente” nos persigue en la adolescencia e incluso en la adultez, aunque sea agazapada en el subconsciente. El bueno es dulce y tierno, amable y sonriente, pero no suele tener una inteligencia poderosa (por supuesto, estoy exagerando, hay excepciones para todos los casos, incluso en los cuentos mismo, como el personaje arquetípico del viejo rey bueno, bondadoso y de gran sabiduría). Además, vemos a los inteligentes y capaces triunfar y obtener muchas de sus metas, y en ocasiones la envidia humana hace pensar que esos logros –que nosotros en principio no hemos conseguido– son fruto de “juego sucio”.
Así, en ocasiones se acusa a la inteligencia de hacernos más malvados. Sin embargo, en mi opinión, la inteligencia no nos hace más malvados, sino que los actos de maldad son más “efectivos”, más acertados y suelen dar mayores frutos que los actos de maldad faltos de inteligencia. La inteligencia también da más oportunidades de ser malvado, pues se ven, con mayor facilidad, los fallos del sistema y los posibles beneficios que uno puede obtener con esas acciones “malvadas” o pícaras (término que muchos asocian a este tipo de inteligencia, quitándole un poco de pura maldad). La maldad de uno está dentro de su condición, crece dependiendo de su carácter y da igual si se es inteligente o no, la maldad está ahí, sólo que el inteligente tiene más posibilidades de actuar de forma vil y conseguir sus objetivos.
Pero, por eso mismo, la inteligencia nos hace más conscientes de nuestra maldad y, cuando “a pesar de nuestra inteligencia”, de nuestra capacidad de aprovechar a nuestro favor lo que nos viene al encuentro, pasando para ello por encima de los derechos de los demás, actuamos correctamente, somos bondadosos, esa bondad de actuación (que no de corazón) es más “real” que cuando simplemente ni siquiera se captan esas otras opciones. Es como un niño jugando en la playa. Es feliz, pero no es consciente de esa misma felicidad, mientras que el adulto, sabedor de todos los problemas que puede dar la vida y que seguramente tiene, es feliz. Es una felicidad más consciente, al igual que una bondad con inteligencia es una bondad más deliberada.
No quiere esto decir que la bondad, para ser “auténtica” necesite que se vea la otra opción, el camino “malo” por así decirlo. La bondad, haya inteligencia o no, es más original si ni siquiera se admite en nuestra mente la posibilidad de actuar a desmérito de otros.
Pero, lo que desde luego no es cierto es que la inteligencia nos haga más malvados. Ya lo somos.


24 de febrero de 2013

"Que gane el mejor"


Sobre la excepción cultural


La “excepción cultural” propiamente dicha viene del propio carácter de la cultura, en cuya definición –ya de por sí compleja- la encontramos reflejada, antes incluso que en medidas concretas relacionadas con las políticas culturales. Con las distintas etapas de estas políticas el concepto de cultura se ha ido ampliando, ha pasando de la “alta cultura” (pensemos en Florencia y París, por ejemplo) a que fueran considerados cultura cada vez más elementos, como manifestaciones populares, arte moderno, microculturas… Y verles su intrínseca dimensión social.  Además de ese proceso de ampliación del concepto de cultura, se ha “descosificado” ésta, dándole importancia al artista y al proceso cultural. Precisamente a esa “descosificación”, que comenzó en los años 80, podemos entender que la cultura es un sector que tiene “algo excepcional”, pues se aleja de ser, simplemente, un producto.

 Sobre la excepción cultural no hay duda, nadie podría comparar los productos culturales con, por ejemplo, ambientadores. Los productos culturales tienen una dimensión más allá de la física que no tienen los demás. Es decir, un libro es algo más que una sucesión de hojas de papel con manchas de tinta envueltas en dos tapas de cartón. Además de eso, un libro representa una meta-dimensión, y eso pocas personas podrían refutarlo.

Además, en numerosas cumbres a lo largo de la historia se ha asociado la cultura con el estado del Bienestar y con el Desarrollo de un país, lo cual reafirma que la cultura tiene un margen excepcional que la diferencia de otros productos. Por ejemplo, en la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales (MONDIACULT, 1982) se estableció que “Sólo puede asegurarse un desarrollo equilibrado mediante la integración de los factores culturales en las estrategias para alcanzarlo”. Es decir, el desarrollo no es sólo económico (como dijo Kenneth Ewarth Boulding, “Cualquiera que crea que un crecimiento exponencial puede continuar para siempre en un mundo finito o es un loco o es un economista”) sino que necesita imperativamente una dimensión y desarrollo cultural.

Pero, el problema viene cuando la excepción cultural significa también excepcionales medidas económicas. Como menciona el artículo La excepción cultural hace aguas en Francia, del ABC, en el campo administrativo y económico no existe, al menos legislada y compartida, una excepción cultural, ni en Europa, ni en EEUU ni Japón. Excepto en el cine. Sin embargo, aunque no esté propiamente legislada, sí que cada estado tiene medidas que apoyan, de un modo u otro, “su concepción administrativa de la cultura”, que se traduce en diversas medidas (subvenciones, aranceles a productos extranjeros, precios fijos, cuotas de emisión…) que afectan a la economía. La economía nos duele a todos, y es ahí cuando aparecen discrepancias en los distintos modelos.

El primero, el proteccionista, tiene a su mayor exponente en el Estado francés. El Estado impone medidas que ayudan a la creación nacional cultural, impulsando unas políticas quizá proteccionistas con la cultura. Es en este modelo donde impera la “excepción cultural” en materia económica. La cultura es un ámbito especial que necesita cierta protección frente a los “monstruos” del capitalismo salvaje o EEUU, por ejemplo. En el otro lado, está el modelo liberal del tío Sam. En este modelo (a muy grandes rasgos), el Estado interviene de manera muy ligera en la promoción y financiación de la cultura, dejando estas responsabilidades a donantes privados, apoyándoles a éstos con desgravaciones fiscales, por ejemplo.

23 de febrero de 2013

Las distintas estrategias divulgativas de la ciencia en televisión


Dos extremos: Redes y El Hormiguero

Viendo, por un lado, el programa insignia de Eduard Punset, Redes, y por el otro, el entretenimiento clave de las noches de Cuatro (ahora en Antena3), ElHormiguero, uno dudaría que se trataran, en esencia, de una misma cosa. Pero, por muy increíble que parezca, tanto Redes y el personaje de Flipy en El Hormiguero se dedican a lo mismo: La divulgación de la ciencia.

Sin embargo, el formato, el estilo, las formas e incluso la intención, son radicalmente distintas. En el caso de Redes, el programa deja a un lado el "entretenimiento salvaje" del que a veces aduce la televisión, en favor de un trabajo riguroso. En redes, cada minuto es divulgación o explicación de la Ciencia. En cambio, en El Hormiguero, la divulgación científica se haya subordinada a ese entretenimiento feroz del que ya he hablado. Primero el público, las risas, los chistes, la espectacularidad... y luego, la Ciencia. En el caso del Hormiguero, la Ciencia es una excusa, mientras que en Redes, la Ciencia es la materia prima, la base.

Como divulgadores, por tanto, cada uno de los programas sigue un camino distinto, con sus pros y sus contras.
Redes utiliza principalmente el método de la entrevista, con el imprescindible Punset. Este formato no potencia el interés-distraído de la inmensa mayoría del público televisivo. Por tanto, Redes está más bien dedicado a personas ya interesadas en la Ciencia pero que no son científicos. Gente que, a pesar de estar alejada del mundo de los profesionales de la Ciencia, quiere conocerlo, al menos en lo básico y práctico, lo aplicable a su entorno. Los problema entonces son que, aunque divulgue, no "llama la atención" de nuevas vocaciones, y que está muy lejos del alcance de, por ejemplo, los niños. Otro aspecto negativo, en mi opinión, es la escasa "telegenia" que tiene el programa. Con pequeñas modificaciones, podrías ser perfectamente radiofónico. Es decir, no se ha amoldado completamente al medio en el que se mueve. Más bien, se ha amoldado a su divulgador, Punset.

En el otro lado del espectro tenemos a Flipy en El Hormiguero. Obviamente, el carácter humorístico y el prime time del Hormiguero le dan muchos puntos a esta "divulgación de la Ciencia" que realiza Flipy. Llega a mucha más gente, incluidos niños. Sin embargo, como ya he mencionado, cae en el simple entretenimiento. Hace a la ciencia divertidísima, lo cual puede despertar, en los pequeños de la casa, la curiosidad científica. Sin embargo, como decía Neil Postman en su libro Divertirse hasta morir, si los niños se acostumbran a que siempre el aprendizaje sea divertido, nunca desarrollarán capacidades de concentración ni de esfuerzo. La ciencia tiene su parte divertida, pero también su enorme carga de trabajo. Si las infantiles vocaciones científicas están fundamentadas en algo más que la simple diversión, como en el intento de conocer los "porqués" de lo que los rodea, encontrarán divertimiento y pasión incluso en las partes más áridas del trabajo científico, cosa que no creo que pasara con los que creen que hay que "divertirse hasta morir". 

Es por eso que, aunque llegue a mucha más gente de la que Redes llegará nunca, no creo que sea una buena divulgación científica. Hay otros motivos además de los ya mencionados. Por ejemplo, aunque Flipy haga un experimento, no lo explica. Y eso, para la correcta divulgación científica, es clave. Quiero decir, la explicación de por qué sucede una cosa es lo que diferencia a la Ciencia de la magia. Por tanto, aunque muchos televidentes vean que si haces combustionar, por ejemplo, oxígeno puro éste puede atravesar una lata de atún, ninguno sabrá por qué. Además, en ocasiones, en El Hormiguero ni siquiera se logran los experimentos, lo cual puede provocar una imagen equivocada de la Ciencia. Ya no sería una ley que, al cumplirse siempre, nos permite la deducción de lo que va a suceder, sino más bien como algo que "puede que ocurra... o no". Así, la Ciencia pierde todo su carácter de certeza. Y luego, por supuesto, está el mismo Flipy. Dejando a un lado el estereotipo que representa de científico loco, es, también, sometido a las burlas de las hormigas o de Pablo Motos, una vez más, en aras de ese entretenimiento que es el fin último del programa.




18 de febrero de 2013

Dolor crónico




Investigadores universitarios españoles publican terapias psicológicas para el tratamiento del dolor crónico

Jenny Moix y Mª Isabel Casado abogan por un tratamiento interdisciplinar combinando diversas disciplinas médicas, incluida la psicología
 

Andrea (nombre ficticio) tiene 35 años, y desde hace 5 sufre dolor crónico de cabeza. Además de la persistente migraña, en ocasiones las cefaleas incluso la obligan a dejar de trabajar, por lo que su rendimiento laboral se ve afectado. En estos tiempos de crisis, Andrea sospecha que estos dolores, que aparecen de forma regular prácticamente cada dos meses, van a lograr que su jefe la despida. Esto, sumado al constante dolor de cabeza, provoca otros males en la vida de Andrea, como irritabilidad, ira e incluso depresión. El dolor crónico le está truncando la vida.

El caso de Andrea es tan sólo uno de entre las miles de personas que sufren en Europa de dolores crónicos, como lumbalgia, fibromialgia (dolores musculares), artrosis en los huesos y cefaleas. Un nuevo estudio ha comprobado que 1 de cada 9 españoles sufren este tipo de dolencias, es decir, un 11% de la población. De ese 11%, 29 sufren, además, depresión.

La dimensión psicológica del tratamiento para el dolor crónico tiene una importancia vital, resaltan los autores de Terapias Psicológicas para el Tratamiento del Dolor Crónico. Hasta ahora se han utilizado distintas terapias, tales como relajación, biofeedback, hipnosis, terapia de aceptación y compromiso con el dolor, mindfulness, escritura emocional y la más utilizada y efectiva: la terapia cognitivo-conductual.

Jenny Moix y Mª Isabel Casado, autoras del estudio, han elaborado un protocolo para estas terapias psicológicas. En primer lugar, en grupos de 8 o 10 personas, se establecerán 10 sesiones durante las que se desarrollará la terapia. Cada sesión representa un escalón que hay que ir superando. Primero, la aceptación de la relación entre el dolor “mental” y el físico. Luego, diversas técnicas para relajar el cuerpo y disminuir la tensión. Los siguientes escalones son la redirección de la atención y la reestructuración de los pensamientos negativos que hacen que el dolor sea más intenso. Todos estos pasos llevan al quinto, la “resolución de problemas”, en la que el paciente presenta un problema al grupo para así establecer distintas visiones para la solución de éste.

Pero, la terapia está sólo a medio camino. El siguiente escalón tratará que el paciente establezca relación entre las emociones negativas (enfado, ansiedad, miedo) y su propio dolor. Por otro lado, también se tratará de manejar la asertividad, es decir, se capaces de, sin huir ni caer en el enfado, superar una situación de conflicto con otra persona. En la siguiente sesión se trataría de reestructurar la vida que el dolor crónico ha cambiado, encontrando unos nuevos objetivos por los que luchar. Para conseguir esos objetivos y no perder el rumbo, está el escalón número 8, en el que se le pedirá a los pacientes que organicen su tiempo, incluyendo actividades de ocio. Finalmente, el último escalón, en el que se establecerán “señales de alarma” que  avisarán al paciente ante las posibles recaídas.

La idea de este estudio es, principalmente, que el paciente que sufre dolor crónico sea consciente de que la depresión, la ira o la ansiedad provienen del dolor, pero que también lo acentúan. Una vez hecho esto, mediante las distintas terapias, el paciente aprendería a "superar" esa dimensión psicológica del dolor crónico, ayudando así a la definitiva victoria sobre el sufrimiento.




16 de enero de 2013

Novedades en el frente: Ciencia


La cultura y la educación de la sociedad es otro frente abierto para el periodismo en general y ésta servidora en concreto. Soy creyente fervorosa de la idea de que el periodismo puede educar, y que una sociedad educada será una sociedad mejor.

Dentro de esa "educación", un importante flanco es la Ciencia, y por tanto, la divulgación de ésta ante el público general. Empieza una nueva sección (o etiqueta) en este blog "Alicia en Guerra", bajo la que se englobarán temas científicos que caigan en mis manos, con la esperanza, tal vez, de conocer siempre un poco más y mejor.

Porque la ciencia no sólo está presente en nuestra vida, sino en nosotros mismos.





Y para finalizar esta entrada de presentación, una pequeña perla teórica (que tampoco viene mal).
Según Manuel Calvo Hernandez, las funciones que el divulgador cumple en la sociedad son:
  • Informar (quiero pecar de obvia).
  • Al tiempo que informa, estimular la curiosidad del público y despertar una sensibilidad hacia la ciencia.
  • Interpretar, ser capaz de precisar el conocimiento científico para el gran público.
  • Ejercer una función de control en nombre del público, que pretende que los avances científicos estén presentes en las decisiones políticas.
  • Buena parte del aprendizaje es "no formal", ejercido mediante los medios de comunicación. Por tanto, el divulgador/periodista científico enseña.






27 de noviembre de 2012

Tengo miedo


Una mujer, una madre saharaui, en Territorio Ocupado

De lo que podría pensar, un día cualquiera,
una mujer saharaui cualquiera, en Territorio ocupado.

Tengo miedo.
Mi hijo quiere entrar en el ejército de liberación, me dice que por qué no lucho, que si me he pasado al otro bando, que si el miedo me ha comido las entrañas y robado el seso. Bueno, apenas lo dice, pero sus ojos rebeldes me lo gritan. Él quiere luchar, quiere la libertad, "morir en la arena", si es necesario.
Y sí, tiene razón, tengo miedo, pero lo que él no sabe, o no se acuerda, es que hasta hace poco yo era activista también, en silencio, pues en los territorios ocupados no se nos permite hablar de eso, pero activista. Una activista pacífica, que soñaba con la diplomacia de los grandes, mientras yo aquí iba juntando poco a poco amigas, conocidas, y nos íbamos uniendo, y tratábamos de ayudar a los que tenían menos suerte que nosotras y eran descubiertos “en su rebelión” por las autoridades marroquíes. No llevo la cuenta de los niños (pues así me parecían, tan jóvenes) que tuve que vendar con remiendos de trapos hervidos, que tuve que acunar en mi regazo mientras ellos trataban de contener las lágrimas de dolor, pues un luchador por la libertad no debería llorar.
Así varios años, y las cosas no cambiaban. Y yo me casé, y quedé embarazada de mi pequeño, ahora tan rebelde. Y mis amigas, también. Desgraciadas, con un hijo y un marido los marroquíes tienen más poder sobre ti. Nos prendieron, a una compañera y a mí, por sedición y levantamiento contra el régimen establecido. La cárcel fue nuestra casa durante los dos días que nos mantuvieron retenidas, infligiéndonos toda clase de torturas. No quiero hablar, no quiero recordar. Los golpes no eran lo que más dolía. Yo no soy la más fuerte, y a mí me doblegaron. ¿Qué iba a hacer, si amenazaban a mi bebé, que estaba en casa con su padre? Me gritaban que lo iban a matar, que si seguía siendo una rebelde, sería mi hijo el que lo pagara. Me llamaban traidora, una traidora a Marruecos, país que liberó a mi pueblo de los españoles. Que tal vez un día camino de la escuela, mi niño no volviera nunca más. Y lloré, y sí, hijo mío, el miedo me comió las entrañas, el miedo por ti.
Tengo miedo, hoy que has vuelto a casa, ya todo un hombre, con puñetazos en la cara y las costillas. Me dices que no es nada, que una pelea con un amigo, sin importancia, que si el fútbol, que si una chica. Pero yo no te creo. No se puede decir nada a la policía, ¿qué si ha sido ella misma? Ah, dolor, el que yo salga de la rebelión no ha impedido que mi hijo entre. Y quiere sangre, quiere luchar con lo que tiene, está cansado de esperar. Si por él fuera, entraríamos ya en una guerra con Rabat.
"La diplomacia a muerto", me gritan sus ojos negros. Sueña con un Sáhara libre, sin marroquíes con más derechos que nosotros, un Sáhara sin miedo, un Sáhara independiente que fabrique su propio destino. Me dice: “Somos bombas a punto de explotar, pero no nos dejan, porque todavía están (y estás; me mira) con la bandera blanca en la mano. Pero esa mano se cansa, ¿sabes? Estoy cansado, estamos todos cansados. ¿Hasta cuándo vamos a esperar? Es mejor morir por una causa, que esperar”.
Tengo miedo, y me pregunto si huir o no a los territorios liberados. ¿Deberíamos abandonarlo todo y escapar? ¿Conseguiríamos siquiera cruzar el muro de la vergüenza? ¿Y vivir en un campamento? ¿Dejar la casa por una jaima, en medio del desierto más pedregoso e inhóspito? ¿Depender de ayuda internacional para poder siquiera comer; una ayuda internacional cada vez más escasa? Pero, aquí la situación es cada vez peor. Mi hijo, los hijos de todas.
Y nadie hace nada.

11 de septiembre de 2012

Yo escribo sobre la Revolución



Alicia Alamillos 201260062

Cine y Sociedad Contemporánea. Revolución Rusa



“Yo escribo sobre la revolución”
                                           El cuarenta y uno


Mientras Europa se convulsionaba primero en una Primera Guerra Mundial y poco tiempo después en una Segunda (y con Europa prácticamente todo el mundo colonizado), la gigantesca y todopoderosa Rusia, que había vencido a las ansias imperiales de Napoleón, tenía también problemas internos tras su puerta. Es en esta época, cuando tienen lugar en Rusia grandes revoluciones que la cambiaron drásticamente, pasando de un régimen zarista sin apenas derechos sociales a un régimen comunista que marcaría al país durante gran parte de la Edad Contemporánea hasta su caída en 1991. Nos referimos a la Revolución de 1905, y las Revoluciones sucesivas de 1917 en febrero y noviembre (u octubre, si miras el calendario juliano, utilizado en Rusia).

Para el reflejo cinematográfico de este periodo, han sido seleccionadas dos películas, británica la una, soviética la otra. Son Nicolás y Alexandra y El cuarenta y uno respectivamente. Ambas, con sus formas de representar la historia, mostrarán diferentes aspectos de las sucesivas rebeliones rusas, además de elementos más culturales y sociales de la Rusia del momento.




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4 de septiembre de 2012

"Dejad dormir a China"

Nicolás Abello
Alicia Alamillos


CINE Y SOCIEDAD:
Colonialismo en Asia


La vieja Europa, en su dilatada historia, ha tenido muchas etapas, algunas mejores que otras, algunas más reprobables que otras. En este trabajo, vamos a centrarnos en una de éstas últimas, el periodo del colonialismo. En primer lugar, el colonialismo es el nombre que recibe el periodo comprendido entre, más o menos, 1873 a 1914, durante el cual las principales potencias europeas se expandieron por muchos territorios en todo el mundo, pero especialmente en África y Asia.
En primer lugar, hemos de situarnos en contexto. Por ejeplo, centrémonos en la Gran Bretaña de la época. El país estaba en su rebolución industrial, durante la cual la producción, gracias a los nuevos inventos, subió como la espuma. Pero, ¿qué hacer con todos esos productos que el mercado británico no lograba asimilar? Para venderlos, necesitaban un nuevo mercado, y es éste uno de los motivos de la expansión hacia otros territorios. Además, hay otros, como la necesidad de materias primas baratas, o incluso, causas ya no económicas, sino políticas. En aquel momento, había mucha “tensión” en Europa, la llamada “paz armada”, y se aprovechaban esos nuevos territorios que invadían para demostrar su poder a las otras potencias, además de dejar para esas zonas los conflictos que no querían llevar a Europa.
Así, las potencias coloniales organizaban el territorio en distintos tipos de colonias, tales como  las colonias propiamente dichas, en las que el territorio pasó a ser suyo, o los protectorados, en los cuales la dominación era más sutil, pero no por ello los beneficios comerciales que obtenían las potencias menores.
Además de estos beneficios, el colonialismo (el cual en general sometía sin mucha piedad a los indígenas que hubiera en el lugar) estaba justificado moralmente. Ellos llevaban el progreso y la civilización, ellos llevaban la religión.
Obviamente, no todos los indígenas aceptaron semejantes “dones” traídos por los extranjeros, y fueron muchos los conflictos. Para analizar este momento histórico, utilizaremos tres películas, cada una de las cuales se centrará en un aspecto distinto (de los muchos que existen) de la colonización o imperialismo en Asia. Las películas serán: La guerra del Opio y 55 días en Pekín.


[... RESEÑA COMPLETA ...]